Huatulco.- Poco a poco la playa La Crucecita comienza a ocuparse. Niños y adultos corren a refugiarse, unos en el mar, otros bajo las sombrillas. Los 38 grados no son obstáculo para que soldados vigilen la zona y despierten la admiración de los niños que se toman fotografías con ellos.
La primera hilera de sombrillas, mesas y manchones de personas frente al mar corresponde a las familias que vienen de la Ciudad de México. Son los que prefieren sólo rentar las sombrillas a los prestadores informales que los cazan desde la calle. Lo hacen para ahorrar, pues los restaurantes que dan los servicios en la playa obligan a los turistas a consumir un mínimo de 250 pesos por persona para hacer uso de las mesas y sombrillas.
Esta misma estrategia se reproduce en bahía La Entrega, donde además los turistas se inconforman por el aumento de entre 20% y 30% en los precios de comida o servicios de diversión como bananas, snorkel y recorridos en lancha.
Pero a pesar de ello, familias y visitantes disfrutan de la convivencia, pues son ya dos años los que la pandemia impidió tomar vacaciones junto al mar y disfrutar del sol.
José Sánchez Salcedo, por ejemplo, es un veterinario y catedrático de la Universidad Veracruzana que radica en Coatzacoalcos, Veracruz, y que decidió pasar sus vacaciones en varios destinos turísticos de la costa oaxaqueña. Comenzó por Zipolite y Mazunte y terminó en las playas de Huatulco. Eligió cerrar su viaje con la visita a varias playas no tan saturadas de familia, aunque eso es casi imposible en esta temporada.
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